Cómo enfrentar la polisemia en la traducción


– ¡Dios mío!… ¡Nos comerá!…
– ¡Shh!… ¡Calla!…

– ¡Nos comerá!…
– Calla…

– ¡Nos comerá!…
– Calla…

– ¡Nos comerá!…
– ¡Anda ya!…

Ya he hablado de polisemia en otras ocasiones (aquí, aquí y aquí), pero vuelvo a tocar el tema porque es un asunto espinoso en el mundo de la traducción.

En esta viñeta se presenta un claro ejemplo de polisemia, es decir, una palabra que puede tener varios significados. Casi siempre no existen equivalentes polisémicos en otros idiomas, por lo que se deben usar palabras diferentes. De esta manera, se pierde la idea original de usar la misma palabra, pero al menos se transmite el contenido del mensaje.

En el ejemplo ilustrado aquí, el imperativo griego σώπα generalmente se usa para hacer callar a alguien. Sin embargo, a veces se usa para responder de manera irónica y se puede traducir como “anda ya”, “qué va”, “ni de broma” y similares. El tiburón de la viñeta quiere decir “¿de verdad creéis que os voy a comer?”; pues esta frase se resume en la breve expresión “anda ya”.

Claro, como mencioné antes, uno se ve obligado a alterar la versión original porque en español no existe una polisemia correspondiente. Sin embargo, la traducción ayuda a mostrar la riqueza del idioma original: en este caso, queda claro que en griego existe una sola palabra con la que se puede jugar precisamente porque puede tener significados diferentes.

En conclusión, no todos los males vienen para mal. El objetivo principal de la traducción es transmitir el mensaje original de la manera más fiel posible. Después, al tener que anular la polisemia en la versión traducida, si tenemos el texto original para comparar, podemos deducir la diversidad de la lengua de partida.”