Diez días después de que me propuse hacer voluntariado, ya me he puesto manos a la obra y casi no doy abasto.
En concreto, participo en dos programas de voluntariado. Uno es el Voluntariado para la Lengua (VxL), organizado por el Centro de Normalización Lingüística de Hospitalet. La verdad es que ya había participado como alumna y, una vez obtenido el nivel C2 de catalán, tenía claro que quería pasar al otro lado y ayudar a otras personas a practicar el idioma. Se trata simplemente de tener conversaciones, una a la semana. Así que decidí tener tres alumnos a la vez porque sé que hay muchas personas que solicitan hablar con un voluntario, pero voluntarios hay pocos. Por eso me gusta echar una mano y contribuir a la difusión del catalán. El ambiente es muy distendido y las conversaciones son informales y amenas.
El otro programa de voluntariado tiene que ver con la enseñanza de idiomas a personas con discapacidades físicas que viven en un centro de acogida en Mataró. En concreto, enseño catalán e italiano a un pequeño grupo de chicas, todas afectadas por parálisis cerebral, la misma patología que tengo yo. Como hay diferentes grados de gravedad de esta patología, he descubierto realidades muy diversas. Me he dado cuenta de que hay casos en los que la persona no puede ni hablar, ni escribir a mano o con el ordenador. Por eso, claro, la enseñanza se convierte en una tarea más complicada, ya que no es fácil encontrar actividades sencillas que estas personas puedan realizar. Aun así, considero este tipo de enseñanza un verdadero reto que quiero afrontar sin miedos ni inseguridades. La clave es ir despacio y repetir los mismos conceptos con frecuencia para que se fijen en la memoria de los alumnos. Además, son personas muy inteligentes y con ganas de aprender. De hecho, hay algunos estudiantes cuyas peticiones de explicaciones me son útiles y, a veces, me dan ideas para las siguientes clases.
En conclusión, creo que los programas de voluntariado pueden aportar muchos valores y experiencias humanas. Aunque no sea un trabajo remunerado, pienso que cualquier voluntariado puede hacerte sentir útil. Ver la satisfacción de las personas que reciben lo que les ofreces no tiene precio, sino un valor incalculable por tu implicación. Por lo tanto, en el tiempo que pueda reservar, continuaré con estas experiencias que sin duda enriquecen tanto a nivel profesional como personal.